Ubicada en el corazón de Salamanca, en la calle Ramón y Cajal, la Capilla de San Francisco y el Convento de los Capuchinos son un tesoro oculto que merece ser descubierto. Aunque no es uno de los lugares más famosos de la ciudad, esta iglesia barroca ofrece una experiencia espiritual y estética única que cautiva a todos sus visitantes.
La capilla se erige sobre el antiguo ábside del Convento Real de San Francisco, fundado en el siglo XIII. Este rincón, que ha sido testigo de siglos de historia, destaca por su arquitectura barroca y sus retablos de piedra labrada, en lugar de los tradicionales de madera. La sobriedad y elegancia del lugar invitan a una visita tranquila y reflexiva, ideal para admirar cada detalle.
Un Mural de Incalculable Valor
Una de las joyas más destacadas de esta capilla es el mural del siglo XVIII, pintado por el artista local Juan Simón Blasco Sande y Topete. Este fresco, de 9 por 9 metros, representa a San Fernando sosteniendo el plano de la iglesia, acompañado por San Francisco y la Virgen María, entre otras figuras celestiales. La restauración de esta obra ha permitido que los visitantes puedan admirar la gradación de colores fríos y el detallado dibujo que caracterizan el estilo de Blasco Sande y Topete.
En el retablo mayor, se puede contemplar el impresionante Cristo de la Agonía, una talla barroca de Bernardo Pérez de Robles, conocido como «El Indiano». Este escultor salmantino, tras su estancia en Perú, regaló esta obra a la Orden Tercera con la condición de que se tañera la campana en recuerdo de la agonía de Cristo cada noche.
Una Experiencia Completa
La Capilla de San Francisco no solo es un lugar de interés para los amantes del arte y la historia, sino que también ofrece una experiencia espiritual enriquecedora. La misa rociera que se celebra el último sábado de cada mes a las 7:30 es un evento que no te puedes perder. El párroco está siempre dispuesto a explicar al detalle cada rincón, altar y santo de la capilla, haciendo de cada visita una experiencia educativa y emotiva.
El templo también es accesible para personas con movilidad reducida, contando con un aparcamiento adaptado para sillas de ruedas, lo que facilita la visita a todos los públicos. Este lugar es un oasis de paz en el bullicio de la ciudad, perfecto para una visita con calma y admirar sus altares y retablos.
Un lugar que, aunque no sea el más famoso, es sin duda uno de los más fascinantes y llenos de historia. ¿Te animas a descubrir este tesoro escondido?
